domingo, 11 de octubre de 2009

El rostro desconocido

El dolor de cabeza era intenso. No había tomado tanto pero recién estaba asimilando el alcohol, como también mi olfato los distintos olores. Y ya estaba sabiendo qué era dormir y soñar plácida y profundamente. Recuerdo, no sin dificultad, algunas imagenes soñadas, pequeños fragmentos. Intento retenerlos, hago el esfuerzo sabiendo que esas imagenes jamas (o es incierto cuando) se repetirán en mi cabeza. Allí me veía, caminando por una avenida (seria Rivadavia?), con un saco de vestir negro algo gastado, unos zapatos bien lustrados y algunos libros bajo el brazo. Intentaba recordar el rostro de ese hombre que parecía ser yo. ¿Cómo sabia que era yo? Lo intuía. Algo en mi lo sabia y lo afirmaba con vehemencia. Era un hombre medianamente alto, delgado, cabellos semilargos de color negro, ya empezando a blanquear estos. De tez trigueña, aunque no podía fijar la vista con atención en el rostro. Llevaba lentes. Es extraño, en estos momentos comenzaba a comprobar si yo era así, como me estaba describiendo, o como estaba describiendo al tipo aquel. Tocaba mi rostro con las manos, comprobaba el largo de mi cabello. Llevaba las manos a mis ojos y de esa manera comprobaba que anteojos no usaba. Era extraño. ¿Estaba describiendo a otra persona o era un simple detalle que no podia modificar en esencia lo que veia? El hombre (tal vez yo) entraba a un bar, se sentaba. Encargaba algo a un mozo que acudia a tomar nota de su pedido. ¿Como podia ser yo si este tipo era un ser visible interactuando con otros? En ese momento que aumentaba mi confusión también se me volvía difuso el resto del sueño, las imagenes se iban borrando. Nuevamente la confusión, aquellas dudas sobre mi existencia aquí, la falta de entidad, la incertidumbre acerca de mi apariencia física (había tal cosa, tendría imagen alguna quizás?). Sí, yo se bien cual era mi función y destino en este sitio. Pero estaba empezando a "vivir" otras cosas que me trasladaban a otra realidad y me aportaban otras sensaciones. Y no hay nada peor para un fulano cualquiera que adentrarse a aquello que desconoce totalmente y que encima lo deja casi sin retorno. Tenia el pasado tan difuso y ajeno que a veces me rompía la cabeza intentando adivinar posibles casos mas o menos creíbles. Y algunos recuerdos (sonidos, sabores, etc.) venían a mi como un remanso suave en una noche tranquila... Otros arremetían salvajes y no me daban tiempo a reaccionar. Me tomaban por sorpresa, se colaban traviesos por la ventana y gritaban a mis espaldas...