domingo, 3 de marzo de 2013

Mujeres del pasado (reales o no)


  "Fue en una de esas noches cuando cometí la brutalidad de decirle a Sophie que, de haber necesitado yo a una mujer, sería ella la última a la que hubiera ido a buscar, y era cierto, pero por razones que nada tenían que ver con la falta de belleza. Pertenecía a su sexo y, naturalmente, sólo se le ocurrió esta razón; la vi tambalearse como la muchacha de una posada a quien derriba el puñetazo de un borracho. Salió corriendo, subió las escaleras agarrándose a la barandilla; yo la oía sollozar y tropezar con los peldaños.". - "El tiro de gracia", Marguerite Yourcenar

   Dejé el libro sobre una pila, casi escondiendolo. Ya lo habia terminado, pero quise regresar a ese tramo que tanto me habia quedado dando vueltas en la cabeza. Sentia que algo de esto me habia sucedido. Con quién? No lo se. Sigo sin recordar los rostros femeninos del pasado. Tampoco tengo expectativas de cruzarla (o cruzarlas) algun dia por la ciudad. No tendria sentido. Aunque confieso, tal vez la seguiria, intentaría estar cerca. Buscar algun roce posible, al menos en mi imaginacion. Ver su rostro descansar. Y quizas acostarme a su lado. Y allí permanecer.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Bagatella en Caballito

Caminando por Rivadavia fui llegando a Caballito, a esa zona de estaciones y de negocios extraños. Como por ejemplo aquel negocio de antiguedades por la calle Rojas. Su vidriera era una verdadera bagatella, un espectacular cambalache. Nada de lo que veía parecía tener valor. O mejor dicho, era el valor de los nostálgicos, de los coleccionistas... Era otro mercado, el mercado de los recuerdos, de las cosas de ayer. Una moneda, un muñequito de colección, un disco de pasta o un libro antiguo. Una foto vieja, un sombrero, vajilla de plata antigua. Una radio, una alcancía de porcelana, figuritas de un álbum. Y todo con un común denominador. Todo pertenece al ayer. En este ámbito las cosas antiguas cobran un valor especial. El afectivo y el monetario. Hay cosas que un verdadero nostálgico no vendería ni por todo el oro del mundo. Y hay momentos también de desesperacion donde es necesario vender... Y la necesidad responde a muchas cosas... A la que uno solo se plantea por vicios ... y a la que surge del contexto mismo de la pobreza o de una "mala racha"... Y allí me detenía, ese lugar me era familiar... Me podia imaginar con la nariz apoyada en el vidrio sucio de la casa de antiguedades... Horas y horas... quien sabe si tal cosa era o no real... Otro mas de mis recuerdos? Una plena labor de mi imaginacion sin limites? Y allí estaba el dueño, un hombre de unos cincuenta años... estirando los brazos de aquí para allá, hablando sin cesar... Sentado, en la penumbra del negocio, permanecia en silencio y con la mirada atenta a un trozo de diario su perfecto opuesto... un viejo con acento español, delgado, con una boina negra y que seguramente era un asiduo visitante... Parecia tranquilo, callado, sólo escuchaba. A medida que entraba al negocio me detenía en cada muñeco, cada letrero o afiche que me resultaba llamativo o familiar... Mi atención se detuvo en uno que decía...
El amenazado
Es el amor. Tendré que ocultarme o huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa mascara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De que me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que uso el aspero norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo, es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por la ventana, pero la sombra no ha traído la paz.
Es ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con su pequeñez, magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejercitos que cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
J. L. Borges
Estaba fascinado y asombrado. El vendedor seguía moviendo los brazos y repartiendo volantes pequeños a quien se acercaba tan solo a preguntar el precio de un diminuto muñequito. El otro viejo de la gorra permanecia sentado en la penumbra. Yo seguía pensando en el poema. Y ahora, una voz surgía suave pero con fuerza en algún tocadisco antiguo, uno que se sentiría como en casa. Prestaba mi oído...

jueves, 26 de noviembre de 2009

Lloraban los ojos del ciego


Siempre que paso por lo del florero es inevitable que lleguen a mis oídos esos tristes sonidos de 2 x 4 y una voz que canta alguna bella poesía... No se si por costumbre , no se si casualidad, pero siempre que paso los tangos son así... Una triste voz cantaba...


Has vuelto, organillo. En la acera
hay risas. Has vuelto llorón y cansado
como antes.
El ciego te espera
las más de las noches sentado
a la puerta. Calla y escucha. Borrosas
memorias de cosas lejanas
evoca en silencio, de cosas
de cuando sus ojos tenían mañanas,
de cuando era joven... la novia... ¡quién sabe
Alegrías, penas,
vividas en horas distantes. ¡Qué suave
se le pone el rostro cada vez que suenas
algún aire antiguo! ¡Recuerda y suspiro!
Has vuelto, organillo. La gente
modesta te mira
pasar, melancólicamente.
Pianito que cruzas la calle cansado
moliendo el eterno
familiar motivo que el año pasado
gemía a la luna de invierno:
con tu voz gangosa dirás en la esquina
la canción ingenua, la de siempre, acaso
esa preferida de nuestra vecina
la costurerita que dio aquel mal paso.
Y luego de un valse te irás como una
tristeza que cruza la calle desierta,
y habrá quien se quede mirando la luna
desde alguna puerta.

¡Adiós, alma nuestra! parece
que dicen las gentes en cuanto te alejas.
¡Pianito del dulce motivo que mece
memorias queridas y viejas!
Anoche, después que te fuiste,
cuando todo el barrio volvía al sosiego
-qué triste-
lloraban los ojos del ciego.

Y así el locutor anunciaba el poema de Evaristo Carriego, "Has vuelto"... Y yo me iba triste caminando... Algún día me quedare con el florero... Quisiera conocer mejor a ese hombre... Conocer si era así siempre, si solo escuchaba tangos... O alguna pena habitaba en él...

domingo, 11 de octubre de 2009

El rostro desconocido

El dolor de cabeza era intenso. No había tomado tanto pero recién estaba asimilando el alcohol, como también mi olfato los distintos olores. Y ya estaba sabiendo qué era dormir y soñar plácida y profundamente. Recuerdo, no sin dificultad, algunas imagenes soñadas, pequeños fragmentos. Intento retenerlos, hago el esfuerzo sabiendo que esas imagenes jamas (o es incierto cuando) se repetirán en mi cabeza. Allí me veía, caminando por una avenida (seria Rivadavia?), con un saco de vestir negro algo gastado, unos zapatos bien lustrados y algunos libros bajo el brazo. Intentaba recordar el rostro de ese hombre que parecía ser yo. ¿Cómo sabia que era yo? Lo intuía. Algo en mi lo sabia y lo afirmaba con vehemencia. Era un hombre medianamente alto, delgado, cabellos semilargos de color negro, ya empezando a blanquear estos. De tez trigueña, aunque no podía fijar la vista con atención en el rostro. Llevaba lentes. Es extraño, en estos momentos comenzaba a comprobar si yo era así, como me estaba describiendo, o como estaba describiendo al tipo aquel. Tocaba mi rostro con las manos, comprobaba el largo de mi cabello. Llevaba las manos a mis ojos y de esa manera comprobaba que anteojos no usaba. Era extraño. ¿Estaba describiendo a otra persona o era un simple detalle que no podia modificar en esencia lo que veia? El hombre (tal vez yo) entraba a un bar, se sentaba. Encargaba algo a un mozo que acudia a tomar nota de su pedido. ¿Como podia ser yo si este tipo era un ser visible interactuando con otros? En ese momento que aumentaba mi confusión también se me volvía difuso el resto del sueño, las imagenes se iban borrando. Nuevamente la confusión, aquellas dudas sobre mi existencia aquí, la falta de entidad, la incertidumbre acerca de mi apariencia física (había tal cosa, tendría imagen alguna quizás?). Sí, yo se bien cual era mi función y destino en este sitio. Pero estaba empezando a "vivir" otras cosas que me trasladaban a otra realidad y me aportaban otras sensaciones. Y no hay nada peor para un fulano cualquiera que adentrarse a aquello que desconoce totalmente y que encima lo deja casi sin retorno. Tenia el pasado tan difuso y ajeno que a veces me rompía la cabeza intentando adivinar posibles casos mas o menos creíbles. Y algunos recuerdos (sonidos, sabores, etc.) venían a mi como un remanso suave en una noche tranquila... Otros arremetían salvajes y no me daban tiempo a reaccionar. Me tomaban por sorpresa, se colaban traviesos por la ventana y gritaban a mis espaldas...

sábado, 22 de agosto de 2009

Llorando la pared

Escribi en una pared mis primeros versos (llamemosle asi!)...

Aquel ayer que me mantiene encerrado
en un laberinto de recuerdos.
Avanzando de espaldas
me enamoro nuevamente del pasado.
Y siento nostalgia del futuro que no vino
pero que soñe vivir a su lado.
Le robaria dias al mañana
para traer de nuevo aquel ayer.

Y seguí...

Abro los ojos y no te encuentro,
los cierro y alli estas.
En que te has convertido,
dulce fantasma?
Vagando en la noche te oigo llorar.
Revienta la luna de soledad
y llueven tus penas
que por la mañana
será rocío y nada mas...

Un poco cursi cada vez que me alejo y lo veo... pero son los primeros versos, como antes decia...
Porque recordaré solo cosas que en verdad no se bien como son ni a que tiempo pertenecen? Pero que siento muy adentro, que forman recuerdos borrosos... Que algun dia todo se ira aclarando... Y ella será otra vez ella... y los paisajes seran tal cual los fui transitando tantas veces...

viernes, 3 de julio de 2009

Otra mañana (casi...)

- Pelotudo!!!...
Ese insulto me despertó de mi extraño sueño profundo... Tan profundo y extraño que tenia ganas de levantarme y correr al desgraciado a quien pertenecía tal insulto. Sentí que hacia mi iba dirigido... pero no! El día que alguien realmente me hable me voy a morir del susto! Un borracho intentando cruzar la calle y los autos temprano esquivandolo... Y el insulto tardío a quien por poco no lo envía lejos de este mundo.
Donde demonios me había quedado dormido!? Aún era de noche. En la esquina, un diariero armaba ese rompe cabezas de secciones internas que siempre le dan a tan temprana hora de la mañana. Lo hacia sentado, un hombre tan obeso que ni veía la silla en la que descansaba.
Otra vez me había entregado al sueño profundo... Otra vez...
No tenia sueño, a pesar de lo poco que había dormido, según intuyo por lo temprano que aun era. Recuerdo vagamente una noche de guitarras y vino alegrando una noche con temas tristes. Guitarras tristes tensando fuerte las cuerdas, aullando con el alma por el suelo y la frente alta. Como aquel que parte vencido... Caído, por el suelo, pero en su cabeza imaginando los pasos a dar... Sabiendo que andar es parte de su existencia... Es eso o quedarse en el suelo... Y el suelo no ofrece nada...



martes, 23 de junio de 2009

Cuando venga la mañana... (continuación)

Yo me estaba acercando tanto que temí que una cuerda me saltara a un ojo! La "milonga de pelo largo" era conocida por mi... la escuche una vez por la radio en una noche de lluvia esperando el colectivo junto a un puestero de Once... La interpretación de Zitarroza me parecía la mejor... El guitarrero cantaba y el resto lo acompañaba firme con las guitarras. Con esa base de cuerdas a uno lo motivaba alzar la voz para entonar cualquier canción bien sentida. El borrachín, semi despierto, se incorporo y empezó a cantar en voz baja (sin interrumpir al cantor principal). Seguramente un tema que lo conmovió por algún motivo.. gusto, recuerdos... quien sabe... Lo cierto es que parecía otro. El petiso que cebaba mate se había ido, tal vez a calentar el agua. "Milonga de pelo largo, de ojos oscuros, como la noche, como la noche; historia de penas viejas, de gente joven, de penas grandes, de veinte años"... Una canción triste que escuché aquel día que esperaba un colectivo que nunca tomé, y ya ni recuerdo a donde quería ir... Estaba el puestero refugiado entre plásticos y chapas... sintonizando una radio de uruguayos... Y yo me quedé con el toda la noche, triste tal vez quien sabe porque o por quien... no lo recuerdo tampoco... Tal vez no recordar me ayudó a seguir hoy, aunque tampoco tengo muchas opciones entre seguir o quedarme...
"Te ofrezco mis margaritas que están vacías, que están marchitas, que ya están secas. Te doy todas las renuncias de cosas simples que llevo hechas, que llevo hechas." El sonido de las guitarras le daba fuerza a un tema tan triste... El borrachín cantaba agitando su vaso de vino, cantaba en voz baja, tal vez para no tapar la voz sentida del guitarrero que ahora entonaba. La canción finalizaba y el petiso vino nuevamente al asiento que ocupaba y empezó a ensillar el mate. Yo sentí que ya era momento de partir... Dejé mi botella para quienes me habían hecho sentir una noche como hace tanto que no sentía, en compañía, bebiendo, recordando... tal vez ahogando penas, que ya ni recuerdo por quien o porque... Pero me fui en paz... tratando de acertar al picaporte de la puerta de calle... Había bebido demasiado y había comido poco... Donde amanecería... no lo se...